En la temporada navideña la cantidad de personas en los moles se multiplica y con ello mi incomodidad para ir a cualquiera de ellos. El primer disgusto es buscar estacionamiento, no importa la hora siempre parece que están llenos y obviamente todos quieren estacionarse cerca de la puerta. Cuando luego de dar mil vueltas por el estacionamiento encuentras dónde estacionarte, entrar al interior del mall con la misma cara de reo que va a la horca.
Dentro de las tiendas el ambiente no es mucho mejor, todos parecen ponerse de acuerdo para antojarse de lo mismo y comprarlo en la misma tienda. Algunos hasta pelean por el último artículo que quede y los pobres empleados se quedan mirando con cara de idiotas mientras los clientes deciden quién se queda con el mismo. Después de sobrevivir al ataque de los compradores impulsivos y lograr sortear toda clase de obstáculos (de seguro hay un chorro de cajas y cosas tiradas en el suelo), llegas hasta la caja registradora. Seguro te toca hacer una fila monumental, puede que la cajera sea nueva pero lo más seguro es que el problema sean los clientes.
Vas a encontrarte con gente que después que la cajera escanea el artículo, decide que no lo quiere o que quiere otro. Entonces hay que esperar por un supervisor que autorice a borrarlo del registro de venta o que se lo busquen en otro color o tamaño. Puede que el caso sea que la persona sea de esos seres en peligro de extinción que todavía pagan con efectivo, y esperan a que la cajera le diga el total para abrir la cartera y empezar a contar el dinero. Insisten en pagar la fracción de dólar con monedas para evitar cambiar un billete y para eso, casi vacian la cartera. Otro caso común, son los que al pagar no pueden hacerlo con una sola tarjeta sino que usan 2 ó 3 tarjetas diferentes. El bochinche es dividir el total entre todas y hacer no una sino 2 ó 3 transacciones.
Comprar regalos para tus seres queridos siempre es difícil, pero hacerlo en esta época es sin duda todo un reto para la paciencia y la salud mental de gente que cómo yo, odia ir de compras. Para mi, comprar en estos días es el mayor reto de todo el año y sin duda una de mis mayores pruebas de amor a mi gente.
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