lunes, 7 de marzo de 2011

Protegiendo los bosques

En Puerto Rico no existe conciencia sobre la protección del ambiente.  A nadie parece importarle que el por ciento de tierras cultivables siga disminuyendo, cediéndole el paso al cemento.   Se cambia el cauce de los ríos o quebradas o se secan los humedales para construir urbanizaciones y luego se sorprenden de las inundaciones.  Seguimos sembrando centros comerciales y pretendemos solucionar el problema de los eternos tapones construyendo más carreteras.

Del 2005 hasta el año 2007 el por ciento de tierras cultivables disminuyó de 7.3 a 7.0%.  En 1980 este número era 8.3%.  Vivimos en una isla dónde contamos con una clima favorable la mayor parte del tiempo y en lugar de buscar sembrar parte de lo que consumimos preferimos sembrar cemento.  No puedo dejar de pensar que pasaría si el puerto de San Juan llegara a estar inoperante, ¿cómo llegaría nuestro alimento?

El mismo trato que le damos al terreno cultivable se lo damos a nuestros bosques.  Llevamos años peleando por el Corredor del Norte, el gobierno es el primero que no le concede la importancia que merece la protección del ambiente y nuestros recursos naturales.  En América Latina en general la protección de los bosques es decepcionante, y esto es particularmente malo porque el 57% de los bosques primarios del mundo se encuentra en esta área.  Puerto Rico, en lugar de aprender de los que lo hacen bien, sigue el ejemplo de los que lo hacen mal. Costa Rica ha aumentado el por ciento de terreno forestado de un 20% a cerca de un 50%.  Incluso la República Dominicana que tanto criticamos y cuyos habitantes son objetivo de chistes crueles tiene algo positivo que enseñarnos en cuanto a forestación se refiere.

¿Qué vamos a esperar para proteger nuestros bosques y nuestra tierra cultivable?  Que la calidad del aire haga imposible respirar o que un barco se hunda en el medio de la bahía de San Juan y se haga imposible recibir los cargueros con nuestra comida.  Pero, para variar a nuestros políticos no le importa, y a muchos de nuestros cohabitantes, tampoco.

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