sábado, 24 de septiembre de 2011

¿Le has dicho a tu amigo cuanto lo amas?

El otro día tuve una conversación con un compañero de trabajo acerca de si es necesario o no comunicar nuestros sentimientos.  El insistía en que eso no era conveniente pues la otra persona luego se cree con derecho a hacer lo que sea porque sabe que te tiene seguro, pura filosofía barata; fue lo que pensé.  Luego en estos días mientras hablaba con una amiga la conversación llegó sin saber cómo al mismo tema.  Ella me dijo que en cierta forma pensaba igual y por un tiempo simplemente no decía nada.  


Durante mucho tiempo yo tampoco acostumbraba decir lo que siento pero poco a poco fui aprendiendo que cuando lo decía me sentia bien.  Sin importar lo que pasara luego con esa persona, el mero hecho de expresarme me hacía sentir muy bien.  En esta semana mi amigo Fran murió luego de casi tres años batallando contra el cáncer.  Durante sus últimos días de vida, hablamos muchas veces, la última fue tan solo dos días antes de su muerte.  Mis últimas palabras hacia el fueron "te quiero mucho" y lo último que escuché de sus labios fue "te amo".  En este momento en que aun intento asimilar la noticia de su muerte, me siento bien por que se que le dije todo lo que quería decirle.



A veces olvidamos el verdadero valor de la amistad.  No se trata de tener alguien con quién jangear, no es asunto de hablar como locos y criticar al mundo.  Es algo más alla.  Valorar su compañía es tan importante como hacerles saber cuanto la valoras.  No cualquiera es tu amigo y por lo tanto no a cualquiera le andas diciendo tus sentimientos pero no veo porque no hacerlo con aquellos con quienes sabes compartes algo más que un par de cervezas y unos chistes de vez en cuando.

Nunca es tarde, se trata de uno mismo; si no lo dices por tu amigo entonces hazlo por ti mismo.

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domingo, 18 de septiembre de 2011

¿Ya te reíste?

Durante la semana pasada las cosas estuvieron bien difíciles en el trabajo.  Fue una de esas semanas que si pudiera le hubiera dado "backspace" para borrarla y volver a empezar.  Como en la vida real no se puede hacer lo mismo que en el mundo virtual terminé la semana tratando de enfocarme en mantener el control de las diversas situaciones que enfrentamos.  Reorganicé mis tropas y comencé el fin de semana con la seguridad de que la semana próxima será mejor.

Sin embargo, quedaba algo, todo el cansancio y el estrés de la semana amenazaban con no permitirme descansar bien.  Como siempre, siguiendo el consejo de mi buen amigo me dispuse a joderle los planes a la vida y me hice el compromiso de pasarla bien.  Hace poco una amiga llegó a trabajar con nosotros, hemos pasado mucho tiempo juntas desde que llegó y este fin de semana no fue la excepción.  

No hicimos nada fuera de lo ordinario, apenas salimos a una de las ciudades cercanas a cenar pero los resultados fueron extraordinarios.  Empezamos a hablar del primer fin de semana largo que estuvimos acá juntas.  Tan solo recordando lo bien que lo pasamos a pesar de que estuvimos como dos horas perdidas sin encontrar una playa en Florida, empezamos a reirnos.  Nos reimos como locas, de tanto reír hasta se me salieron las lagrimas y me dolía el estómago.  

La risa tiene muchos beneficios, es una magnífica medicina contra la depresión y actúa como analgésico pues al reír el cuerpo segrega endorfinas que son sedantes naturales.  Reírse ayuda a aliviar las tensiones y estimula el bazo ayudando a eliminar toxinas. Al reirnos entra más aire a los pulmones, el doble de lo normal por lo tanto aumenta la oxigenación.  Nos sentimos felices cuando reímos y hasta más creativos.

No se cómo será esta próxima semana pero siento que va a hacer muy buena, al menos de tanto reírme me siento super bien.  Y tú, ¿ya te reíste hoy?  

lunes, 5 de septiembre de 2011

¡Soy diferente y no me importa!

Sin darme cuenta ya llevo ocho meses viviendo fuera de Puerto Rico.  Aunque varios de mis compañeros son puertorriqueños, en este pueblo somos quizás la más pequeña de todas las minorías.  Yo soy claramente una extranjera, no hay forma de poder ocultarlo y casi todos los días me encuentro a alguien que se me queda mirando como si hubiera caido de un avión.  


Mi color de piel resulta extraño para quienes nunca han salido de este pedacito algo olvidado de Estados Unidos.  Yo no soy negra pero tampoco soy blanca, algunos por aquí dirían que soy brown, un amigo querido diría que soy color canela.  Mi pelo es otro asunto, al menos con él me he ganado unos cuantos elogios.  No es lacio pero tampoco es afro, no esta muerto pero no es como concha de coco, definitivamente no encaja con lo esperado por estos lares.  Muchas mujeres encuentran mis rizos naturales encantadores, en Puerto Rico era asunto de controversia pues la mayoría nos empeñamos en volverlo lacio.


Estuve hablando con una amiga en estos días, ella vive por aquí desde hace dos años.  Le pasa igual, solo que para ella resulta incómodo ser el centro de atracción cada vez que entra a un lugar.  Yo no soy exhibicionista y nunca me ha gustado ser el centro de atracción.  Yo soy de las que prefiere estar moviendose backstage, con la libertad de moverme sin que nadie me esté velando.  Sin embargo, en esta ocasión me divierto de lo lindo.  Soy bien observadora, me encanta ver las caras y gestos de la gente ante diferentes situaciones.  Aquí yo soy una extranjera, alguien diferente que los locales sienten curiosidad por mirar.  Mi amiga trata de mezclarse entre ellos sin ser vista, yo disfruto ser diferente.  


Más aun, me gusta ser diferente y no tengo intención alguna de cambiar ni un ápice de mi personalidad o mi estilo tan solo para encajar.  He conocido mucha gente muy interesados en conocer de dónde vengo, y cuando les digo que de Puerto Rico la reacción general es de querer conocer el país.  Eso me hace sentir bien, por lo tanto me reafirmo, ¡soy diferente y no me importa!