sábado, 28 de agosto de 2010

¿Qué podemos aprender de New Orleans?

Mañana se cumplirán cinco años del paso del huracán Katrina por New Orleans.  Esta fecha siempre se recordará por ser uno de los mayores desastres naturales en la historia de los Estados Unidos, y también por que no, por la lentitud con que llegó la ayuda.  Alrededor del 80% de la ciudad estuvo bajo el agua, los muertos sobrepasaron los 1,200 y las pérdidas alcanzaron los $200 billones mientras se perdieron en promedio 95,000 empleos.  En otras palabras, después de Katrina, New Orleans estaba en intensivo.

La realidad es que New Orleans estaba bien mal antes de Katrina, y el huracán llegó a ponerle "la cherry al pie".  En el período de 2000 al 2004 mientras EU en promedio tuvo una pérdida de empleos de 1% mientras su población aumentó en 4.7%, New Orleans perdió un 6.2% de empleos mientras su población bajó 2.5%.  En otras palabras, eran muchos y parió la abuela.

Solo puedo imaginar la angustia y desesperación de las varias decenas de miles de personas que fueron llevados a refugios, a otras ciudades, incluso otros estados.  Debió ser horrible ver el agua arropando la ciudad, dejando sin lugar a dónde escapar a sus habitantes, sin comida, sin espacio para sus necesidades personales, incluso sin espacio para disponer de los muertos.  Los que se fueron tuvieron que dejar atrás toda una vida de trabajo, sus pertenencias, su familia, sus muertos y sin tiempo para consolarse tuvieron que empezar otra vez.  Aquellos que se quedaron tuvieron que enfrentarse a las desolación, a la realidad de que la ciudad tal como se conocía jamas existiría.  Desde ese día, New Orleans tenía una nueva cicatriz, y su gente una nueva razón para luchar.  Estos tampoco tuvieron tiempo para lamentarse, había que secarse las lagrimas, doblarse las mangas y empezar a trabajar de sol a sol.

No es fácil levantar una ciudad tan destruida y mucho menos cuando el ánimo y autoestima de sus habitantes ha sido igualmente lastimado hasta lo  más profundo.  Pero, siempre hay un pero; los que se quedaron y aquellos que llegaron luego tenían y tienen un espíritu guerrero inigualable.  Luego de sentirse olvidados y algo despreciados, olvidaron todo eso para resurgir entre las cenizas, en este caso entre el lodo.

¿Por qué escribo hoy sobre New Orleans y Katrina?  Porque siento que ese espíritu guerrero es el mismo que necesitamos para reconstruir nuestro país.  No es secreto que este país está bien mal, en lugar de progresar vamos hacia atrás.  Nuestra autoestima como pueblo es nula, sentimos que somos el patito feo, nadie nos quiere, cualquiera lo hace mejor, no podemos hacer nada si EU no nos da la mano porque ellos son mejores; como siempre digo: nuestro complejo de isla chiquita.

Echar pa' lante este país no se trata de ideologías políticas ni de sentarnos a esperar por nadie.  Este pedazo de tierra es de nosotros y somos nosotros los responsables de lo que suceda.  Nosotros podemos construirnos un futuro mejor, ¿que necesitamos ayuda? claro que sí, todos necesitamos ayuda.  Pero una cosa es pedir ayuda y otra pedir que nos hagan el trabajo completo.  Aprendamos a asumir nuestras responsabilidades, hay que quitarse el miedo de encima y cada cual buscar ese espíritu guerrero que tenemos en nuestra sangre en virtud de nuestra herencia taína y africana.  Solo de esa forma, algún día al mirar por el espejo vamos a reirnos de este desmadre que tenemos ahora.

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