jueves, 2 de septiembre de 2010

El Loco de Jet Blue - Parte 2

Ayer comentaba sobre cómo ciertos comportamientos de los supervisores provocan altos niveles de stress que desembocan a su vez en enfermedades físicas y/o mentales, pérdida del control, incidentes violentos o en la renuncia.  El tema fue provocado por el incidente en New York en el que un auxiliar de vuelo de Jet Blue insultó a una pasajera, anunció que estaba harto y renunció.  Tras su renuncia, Steven Slater activó la rampa inflable de emergencia del avión y se tiró por ella para llegar hasta la pista y salir corriendo como loco.


El pobre Steve perdió la chaveta provocado por una insolente y altanera pasajera que antes del despegue lo maldijo y le pegó cuando él solamente trataba de ayudarla a acomodar su equipaje (demasiado grande para el compartimiento, por cierto)  para que pasara a sentarse lo antes posible.  La misma pasajera, tan pronto el avión aterrizó, se paró a sacar sus pertenencias mientras la aeronave transitaba por la pista.  Nuevamente Steve se aproximó a ella y le pidió que se sentara a lo que la "dama" respondió insultandolo y maldiciendo.  La pasajera tenía mucho coraje, entre otras cosas porque había tenido que declarar parte de su equipaje en la puerta de salida y ahora tenía que esperar por el mismo en el área de reclamo de equipaje.


Slater está en aprietos con la justicia, enfrenta cargos que pueden llevarlo a prisión hasta por siete años; pero entre la comunidad en general se ha convertido en casi un héroe.  Me imagino por qué existen páginas en las redes sociales con miles de personas apoyándolo.  Debido a mi  trabajo viajo con mucha frecuencia y ya había hecho la observación de los malos tratos que enfrentan los auxiliares de vuelo.  Hay personas que creen que los auxiliares son sirvientes, seres inferiores que tienen que satisfacer todos sus caprichos y por tal razón creen tener derecho a insultarlos o hablarles de mala manera.  Lei en estos días que los insultos y vituperios incluyen golpes, amenazas a su vida, les tiran encima restos de comida o bebida y hasta los han escupido en la cara.


La gente no quiere seguir reglas, que algunas son estúpidas, cierto; pero siguen siendo reglas y mientras alguien entre en razón y las cambien tenemos que cumplirlas.  Las reglas federales exigen que todos los pasajeros se encuentren sentados, con el cinturón de seguridad puesto, las mesitas plegadas y todos los electrónicos apagados antes de que el avión pueda moverse de la puerta de salida y mientras transita por la pista, despega y alcanza una altura razonable.  En este momento el capitán autoriza a quitarse el cinturón y caminar por la cabina, si es que las condiciones de vuelo lo permiten.  También en este momento, se da permiso para encender aquellos equipos electrónicos autorizados. 


Yo he visto personas que insisten en seguir con sus computadoras ó celulares prendidos mucho más allá del momento en que por primera vez con firmeza pero muy amablamente piden que los apaguen.  Un auxiliar de vuelo se les acerca, una, dos y hasta tres veces y siguen haciendo caso omiso.  Yo les quitaría el equipo de mala forma y les daría en la cabeza con el aparato.  


Hay otros que deciden pararse a estirar las piernas justo cuando el capitán anuncia que todos deben permanecer sentados o regresar a sus asientos porque la nave está entrando a una zona de turbulencia.  Un atento y eficiente auxiliar le llama la atención y el pasajero lo manda al carajo porque quién demonios puede permanecer sentado por más de tres horas en esos asientos tan estrechos y con tan poco espacio para las piernas.  iComo si el pobre auxiliar tuviera la culpa!  Deberian dejarlos caminar a su antojo para que se golpeen la cabeza en uno de esos brincos que da el avión, o peor le caiga en la falda a alguna elegante señora cuyo celoso marido le va a dar una bofetá que lo va a dejar bailando como un trompo.  


En la era en que las líneas aereas cobran por cada maleta que se declara, todos quieren llevar su equipaje en la mano (carry on) sin importar cuantas maletas o el tamaño de las mismas.  Hay un máximo de piezas por pasajero, dos por lo general, pero algunos quieren llevar una maleta, el maletín de la computadora y una enorme caja con sabrá Dios qué cosas.  El número de personas que pretende hacer esto es considerable y por supuesto insultan al atrevido auxiliar de vuelo que se atreva a llamarles de atención.  Estas personas no solo no siguen las reglas sino que demuestran ser insensibles a las necesidades de los demas, no entienden que si ellos llevan más piezas de las permitidas alguien se va a quedar sin espacio para acomodar su única maleta.  De castigo, deben obligarlos a declarar todo su equipaje y claro, que paguen por ello.  Lo mismo deben hacer con los que pretenden entrar al avión con una maleta con casi el doble de tamaño permitido.


En vuelos de más de tres horas, el hambre aprieta y el mal humor empieza a aparecer incluso entre los más calmados.  Ya no se da comida, cuando mucho refrescos y se vende a precios ridiculamente altos algunas meriendas.  El colmo de los colmos es que los suministros de estas meriendas son tambien limitados y muchas veces sucede que cuando llega el auxiliar hasta dónde uno, ya se acabó todo.  Esta situación se convierte en una oportunidad para atacar nuevamente al pobre empleado que obviamente no tiene la culpa de la macetería de la gerencia.


Son los auxiliares de vuelo los que tienen que dar la cara siempre, son los que tienen que lidiar con los irrespetuosos, impertinentes y los que no siguen reglas.  Además son los que por ayudar a otro pasajero a veces se meten en problemas con terceros.   Con toda esa tensión, sin contar con todas las demas cosas que agravan la situación como el miedo latente de desperfectos mecánicos o ataques terroristas; comprendo por qué Steve Slater hizo lo que hizo.  Me imagino al pobre hombre aguantando todas esas calamidades por 28 años, tenía que llegar el día en que decidiera darle un pare a todo y lo hizo; aunque de mala forma.  Por eso mismo, creo yo que el hombre se ha convertido en una celebridad, hizo lo que miles de empleados oprimidos quisieran hacer.    


Lo malo es que todos tenemos algo de responsabilidad en este asunto, tenemos que aprender a controlar nuestras emociones, no podemos andar por ahí desquitando nuestros corajes con el primero que se nos pare enfrente.  Me pregunto dónde hemos dejado nuestros valores, el respeto por los seres humanos, la empatía.  Tenemos que empezar por querernos y respetarnos a nosotros mismos para luego practicarlo con la gente a nuestro alrededor.  El principio debe ser una sonrisa, seguida por una acción genuina de escuchar y entender a nuestro interlocutor, comprender y respetar.  Las leyes y reglamentos son para ser respetados, nuestros derechos terminan dónde empiezan los de nuestros vecinos.  Con violencia solo podremos obtener más violencia y de eso, ya tenemos demasiado.





1 comentario:

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