Ayer llegué al que va a ser mi nuevo hogar, ahora viviré en la costa este de Estados Unidos y por primera vez hoy cambié la hora de mi reloj. Supongo que era parte del ejercicio de adaptación, algo necesario para terminar de convencerme de que ya no vivo en Puerto Rico. Este sencillo acto me recordó una conversación muy provechosa que tuve con un amigo hace mucho años atrás.
Por aquellos días yo recién me estrenaba como gerente, mi trabajo me encantaba pero tenía el problema de que no sabía como parar de trabajar. Cuando salía de la oficina, iba a mi casa a continuar trabajando y obviamente muy pronto la falta de descanso me afectaba mi salud. El me dijo que así como en ocasiones tenemos que adaptarnos a los cambios, otras veces tenemos que provocar los cambios. Con nuestra conducta vamos creando mapas cognoscitivos que junto a nuestro sistema perceptivo nos hacen reaccionar a los cambios de forma positiva o negativa. Para mi amigo, que dicho sea de paso es psicólogo, si quería que mi mente respondiera al hecho de que ya había salido de la oficina con la respuesta deseada, dejar de trabajar, tenía que crearle un mapa, crear una señal que le indicara al cerebro que el trabajo se quedaba en la oficina.
Lo que hice fue bien sencillo, tan pronto salía de la oficina me quitaba la tarjeta de identificación y la dejaba en el carro. Antes solía quitármela en mi casa pero ya era demasiado tarde porque en el camino ya iba pensando en lo que iba a hacer tan pronto cenara. Al quitarme el badge me obligaba a dejar de pensar en el trabajo y hacer otras cosas. Creí que era algo ridículo pero aun así lo probé y funcionó. La mente humana es maravillosa, podemos hacerle creer lo que queramos. ¡Qué lástima que sepamos tan poco sobre cómo funciona!