miércoles, 24 de noviembre de 2010

Estamos diseñados para pecar

Cada vez que estoy a punto de decidir entre una opción decente y otra no tan decente llega a mi mente la imagen de un diablito y un angelito hablándome cada uno por un oído.  Siempre hemos creído que mediante la educación que nos brindan nuestros padres vamos adquiriendo las herramientas y los valores que más tarde en nuestras vidas nos ayudaran a tomar las mejores decisiones y a ser personas de bien.  


Acabo de leer un artículo bien interesante que comenta los resultados de varios estudios que se han realizado buscando establecer si existe algún sector del cerebro que nos predisponga a actuar de determinada forma.  Nuestro cerebro se ha ido formando a largo de la historia de la humanidad y la mayor parte de ese tiempo el humano tuvo que batallar contra condiciones adversas que son las que modelaron nuestros cerebros.  Esto explica que el cerebro nos predisponga a ciertos comportamientos asegurar que la especie sobreviva.  


Los estudios mencionados vinculan ciertas áreas del cerebro que nos impulsan a actuar de cierta forma que coincide con los siete pecados capitales: lujuria, gula, pereza, envidia, soberbia, ira y avaricia.  La naturaleza quiere asegurar la reproducción de la especie, por eso nos anima al sexo (lujuria) pero para poder reproducirse hay que alimentarse pero no siempre había comida disponible por lo que al encontrarla había que comer tanto como se pudiera (gula).  Luego de comer, se descansaba pues no había certeza de cuando podríamos comer de nuevo y se necesitaban las energías para algún evento inesperado (pereza).  Al ver que otros progresaban, lograban obtener cosas que queríamos (envidia) y entonces se busca la superación.  Mientras vamos camino a superarnos no siempre lucimos o somos cómo quisiéramos y en esos casos nuestro cerebro nos impulsa a vernos y hablar de nosotros mismos mejor de lo que realmente somos (soberbia) cómo una forma de protección.   Otro acto de protección es cuando el instinto de conservación se activa al enfrentamos a un peligro extremo impulsándonos a defendernos con extremadamente furia (ira).  


El único pecado capital no explicado por estudio alguno es la avaricia y se sugiere que está condicionada por el aprendizaje.  El artículo concluye que los seres humanos somos títeres de la naturaleza,  yo opino diferente.  Si fuéramos títeres de la naturaleza no habría ninguna diferencia entre los humanos y otros animales.  Nosotros tenemos conciencia y eso nos hace ser diferentes, tenemos la alternativa de contener nuestros impulsos y no dejar que nuestra bestia primitiva sea la que nos domine.  Tenemos en nuestras manos esas herramientas y valores que nuestros padres nos dieron para discernir entre lo correcto y lo que no lo es.  Somos seres en constante evolución, no podemos conformarnos con la explicación de que  el cerebro está hecho para pecar, eso sería bien fácil, la excusa perfecta para dejarnos llevar por nuestra bestia primitiva y así parecernos cada vez más a los animales salvajes.


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