El otro día escuché hablar en un programa de televisión de Puerto Rico sobre personas cuyos estilos de vida y acciones les han valido el reconocimiento de ser considerados héroes. Casi inmediatamente traté de recordar si yo también conozco algún héroe, y no hablo de super héroes de mentira como Superman, hablo de héroes entre nosotros.
Encontré que mi héroe favorita ha estado cerca de mi durante toda mi vida, es mi abuela. Esta super mujer sufrió en su niñez el estigma de ser zurda y sufrir graves limitaciones de visión. En sus tiempos de niña, ser zurdo era algo malo y los maestros le daban con reglas en las manos y le amarraban la mano izquierda para obligarla a escribir con la derecha. Para colmo, nadie se dio cuenta que la niña no podía ver bien, no era cachorra ni vaga, no leía, no porque no quería sino porque no podía.
Aún así terminó el tercer grado y desde entonces trabajó durante toda su vida cuidando, educando y protegiendo a su familia y todo aquel que se le acercara. Con su tercer grado, sin capa, traje ajustado ni antifaz, se convirtió en una super vendedora de productos para la belleza femenina. Por esto fue reconocida por los altos directivos de esa compañía en la isla. Caminaba por las empinadas cuestas y escaleras de nuestro barrio y barrios aledaños vendiendo sus productos y regalando sonrisas, consejos y buenos deseos a todo el que encontrara de frente.
Su casa fue el hogar no sólo de su familia inmediata, sino de todo el que le pidió asilo. Por su casa pasaron varios de sus 12 hermanos, su madre, sus hijos con familia incluida, sobrinos y parientes bieeen lejanos. Ahora que tengo el conocimiento para analizarlo lo pienso y no puedo explicar cómo pudo manejar los pocos ingresos de la familia para que el batallón de gente que llegaba a su puerta a la hora de la comida tuviera un plato caliente pa’ calentar las tripas. Cuidó a su esposo y a su madre durante la larga enfermedad que cada uno de ellos tuvo, casi simúltaneamente. Fue enfermera, maestra, sicológa, abogada, economista, cocinera y amiga de medio barrio. El teléfono de su casa, fue el teléfono del barrio y la sala de su casa fue el punto de reunión de todos.
Sus únicos super poderes conocidos son su sonrisa, su paciencia, el desprendimiento con que comparte lo poco que tiene, su firmeza de caracter con el que enfrenta cualquier situación no importa la gravedad y su insuperable intensidad para perdonar y amar sin pedir nada a cambio. Con su tercer grado supo criar a sus hijos y convertirlos en personas de bien, llevar las riendas de la casa, ser una excelente esposa, madre de todos, figura importante en su comunidad y ejemplo para muchos más en su iglesia.
Esta es mi super heroe, mi ejemplo, una mujer a quién amo profundamente. En este próximo fin de semana cumple 95 años, me la he disfrutado toda mi vida y doy gracias a Dios por eso. Yo tengo un héroe cerca de mi, ¿y tú?
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