Su contestación fue inmediata: "no te disculpes, los domingos en la tarde son de la familia". En ese momento recordé porque la quiero tanto a pesar de vivir a más de 5,200 kilómetros de distancia; la familia es primero, es algo que tenemos en común.
Tanto ella como yo hemos sido capaces de renunciar a buenos trabajos con excelente paga porque no teníamos suficiente tiempo para la familia y nosotras mismas. En mi caso, lo aprendí tarde, luego de provocar la ruptura definitiva con mi pareja y haber dejado sin hacer demasiadas cosas en el camino. Cuando desperté, me di cuenta que no era el trabajo, fui yo quién permitió que el trabajo absorbiera todo muy tiempo y en ese momento hice el compromiso de no anteponer mi familia, amigos verdaderos ni a mi misma a las exigencias absurdas de un trabajo que pretenda dominar mi tiempo 24-7.
Todos sabemos quienes son esas personas que siempre están contigo en las buenas y las no tan buenas. Todos tenemos incondicionales, amigos del alma, esos que están dispuestos a reir o llorar contigo, los que te apoyan y también te gritan o dan la bofetá cuando te lo mereces. Para mi, esos son familia, haya o no lazos sanguíneos.
A mi amiga le pasó algo parecido, asi que siempre que a alguna de nosotras se nos olvida que la familia es primero, lo decimos a viva voz. A veces amablemente, a veces en tono de regaño.
Bueno ella tiene razón, no tengo que disculparme; los sobrinos son primero pero como ella también es mi familia, la invité en cambio a pasar el día de playa con nosotros. Ella no habla ni jota de español, pero seguro se va a divertir; al fin y al cabo quién no se divierte en un party puertorriqueño.
La próxima vez que decidan faltar a una cita del trabajo, o cualquier cosa sin mayor importancia por compartir con la familia, no se disculpen, la familia es primero.
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