viernes, 1 de octubre de 2010

Nunca pidas disculpas

Una querida amiga de raíces filipinas que vive en Estados Unidos viene de visita en estos días y habiamos hecho planes para almorzar juntas el domingo.   No sabía en ese momento que mi hermano planificaba celebrar el cumpleaños de mi sobrina, precisamente el domingo.  Como no tengo hijos, mis sobrinos son una de mis prioridades en la vida, y quienes me conocen bien lo saben.  Obviamente mi presencia fue requerida para el agasajo por lo que rauda y veloz escribí un email a mi amiga solicitándole que en lugar de almuerzo fuera cena, "disculpa pero el deber de tía me llama", le dije.
Su contestación fue inmediata: "no te disculpes, los domingos en la tarde son de la familia".  En ese momento recordé porque la quiero tanto a pesar de vivir a más de 5,200 kilómetros de distancia; la familia es primero, es algo que tenemos en común.
Tanto ella como yo hemos sido capaces de renunciar a buenos trabajos con excelente paga porque no teníamos suficiente tiempo para la familia y nosotras mismas.  En mi caso, lo aprendí tarde, luego de provocar la ruptura definitiva con mi pareja y haber dejado sin hacer demasiadas cosas en el camino.  Cuando desperté, me di cuenta que no era el trabajo, fui yo quién permitió que el trabajo absorbiera todo muy tiempo y en ese momento hice el compromiso de no anteponer mi familia, amigos verdaderos ni a mi misma a las exigencias absurdas de un trabajo que pretenda dominar mi tiempo 24-7.  
Todos sabemos quienes son esas personas que siempre están contigo en las buenas y las no tan buenas.  Todos tenemos incondicionales, amigos del alma, esos que están dispuestos a reir o llorar contigo, los que te apoyan y también te gritan o dan la bofetá cuando te lo mereces.  Para mi, esos son familia, haya o no lazos sanguíneos.  
A mi amiga le pasó algo parecido, asi que siempre que a alguna de nosotras se nos olvida que la familia es primero, lo decimos a viva voz.  A veces amablemente, a veces en tono de regaño.  
Bueno ella tiene razón, no tengo que disculparme; los sobrinos son primero pero como ella también es mi familia, la invité en cambio a pasar el día de playa con nosotros.  Ella no habla ni jota de español, pero seguro se va a divertir; al fin y al cabo quién no se divierte en un party puertorriqueño.  
La próxima vez que decidan faltar a una cita del trabajo, o cualquier cosa sin mayor importancia por compartir con la familia, no se disculpen, la familia es primero.

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