domingo, 26 de diciembre de 2010

¿De verdad era la mañana de Navidad?

Ayer, al levantarme, por  unos momentos no me acordaba que día era.  Había mucho silencio alrededor, demasiado silencio, igual que en un sábado cualquiera.  ¿Realmente era el día de Navidad?  

Recuerdo los días de Navidad cuando desde las 6:00 am se escuchaban las risas y gritos de los nenes de la calle.  Los más grandecitos salían desde esa hora a correr en sus bicis, patines o patinetas nuevas y los más chicos se unian más tarde a correr sus Big Wheels.  Los que recuerdan los Big Wheels saben que el ruido que hacian  esas cosas al correr sobre el cemento era enorme. Para los que ya tenían guille de adultos, Santa les llevaba carritos de control remoto, se podía escuchar desde lejos el wiiiii del bendito carrito según corría por el medio de la calle.  Algunos otros, los menos salían a rebotar sus bolas de baloncesto nuevas contra el asfalto creyendose Jordan en el tabloncillo de los Bulls.

Esos eran los ruidos de la Navidad, ese bochinche matutino indicaba que Santa había pasado por la calle y las risas de los niños y los gritos de alegria al jugar indicaban que los regalos habían sido de su agrado.  Ahora no escucho nada, me imagino que los niños están dentro de la casa jugando con las consolas de juego, los juegos portátiles, los mp3, celulares, computadoras y otros embelecos tecnológicos que no fomentan que los niños salgan a la calle a compartir con sus amiguitos y claro, también a presumir de sus regalos.  

Todo es demasiado silencioso, añoro escuchar la algarabía infantil mañanera, el signo único e infalible de que esa era la mañana de Navidad.

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