viernes, 17 de diciembre de 2010

¿Quieres chocolate?

¿Alguna vez se han preguntado que rayos tiene el chocolate que a tanta gente le fascina?  Para mi el chocolate representa una de las pocas cosas en esta vida a la que no puedo decir que no.  Me gusta tanto el chocolate que antes de que tomara consciencia de la importancia de cuidar mi dieta solía comerlos diariamente.


A veces sentía una necesidad imparable de comerlos, no había forma de reprimir ese deseo.  El chocolate se convirtió en mi medicina favorita para la ansiedad cada vez que tenía que hacer una presentación.  Cuando sentía mal humor o ganas de ahorcar a alguien una buena barra de chocolate me tranquilizaba y si hacía un poco de frío o estaba lloviendo, una taza de chocolante caliente.  Esto, sin mencionar que mis días solían comenzar con un buen vaso de leche con chocolate bien frío.


Ya no consumo chocolate diariamente me hace falta comerlo un par de veces al mes, aunque a veces puedo estar hasta dos meses sin probarlo.  El asunto es siempre, siempre, siempre llega un momento en el que no importa cuanto trate de resistir la tentación tengo que comer chocolate.  Me pasó el año pasado cuendo estuve en Levuka, Fiji y por poco muero de ansiedad porque nunca encontré una sencilla barra de chocolate, ¡de ningún tipo!  ¿Saben lo que es no encontrar en ninguna de las tiendas del pueblo la única cosa que sería capaz de quitarme la ansiedad?  Gracias a Dios que toda aquella terapia de silencio me ayudó a sobrevivir, sino creo que hubiera abordado el primer avión fuera de aquella isla camino a una de las islas grandes en busca de mi ansiado tesoro.
El chocolate es rico en polifenoles que son potentes antioxidantes que protegen al sistema circulatorio, en especial al corazón.  Los responsables de esa agradable sensación de relajación y felicidad son:
  1. El triptofano, un aminoácido que regula la serotonina u hormona del bienestar
  2. Feniletilamina, una sustancia del grupo de las endorfinas que mejora el estado de ánimo.
  3. Anandamina, un psicotrópico naturalmente existente en el ser humano y que en dosis suficientes producen una sensación de placer.  
En realidad no me importa mucho lo que el chocolate contiene ni por qué me ayuda a sentirme mejor, lo que importa es que me gusta y sin importar la cantidad de azúcar que contenga, siempre voy a usarlo para recompensarme a mi misma luego de un pesado día de trabajo.

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