lunes, 6 de diciembre de 2010

¿Quieres alejar la ansiedad de ti?

¿Han sentido ansiedad o una profunda tristeza alguna vez? Seguramente sí, yo hace días que me siento ansiosa, estoy en espera de una oferta de trabajo y esperar nunca ha sido una de mis fortalezas.  Todos aquellos que viven solos y no tienen pareja, han sentido alguna vez la soledad y yo no soy la excepción.  Cuando ese sentimiento de soledad se junta con la ansiedad siento que puedo explotar en llanto en cualquier momento.

En el segundo que me siento de esa forma se que tengo que buscar mi escape.  Durante años ese escape ha sido salir a ponerme en contacto con la naturaleza.  Hay un lugar que me encanta, es mi lugar favorito, se trata del área del faro de Cabo Rojo.  Cuando me siento triste, ansiosa o sola voy hasta alla.  Viendo la danza  de las olas y su risa al chocar contra las piedras me dan ganas de reir.  A veces pasa mucho tiempo antes de que logre siquiera sonreir pero la mayoría de las veces, con solo llegar al lugar y empezar a subir por la vereda camino al faro me siento mucho mejor.  La suave caricia del viento sobre mi cuerpo entero me tranquiliza y  cada ráfaga de brisa se va llevando mi ansiedad.  Alli nunca estoy sola, siempre hay alguna gaviota volando cerca, o canarios bailando de rama en rama.  


En lugar de ir a mi lugar favorito, esta semana fui hasta la base Ramey en Aguadilla.  Hice una parada justo antes de llegar a las ruinas del antiguo faro y me encontre con un rústico banco de madera que daba la espalda al mar.  Lo que pensé fue que a qué idiota se le ocurre contruir un banco alli y ponerlo de espaldas al mar, el protagonista del lugar.  Luego de un rato de pie disfrutando el paisaje me senté en el banco, de espaldas al mar.



No veía el mar pero podía escucharlo y como un acto reflejo cerré los ojos.  Con los ojos cerrados, disfruté la suave brisa rozando cada poro de mi piel.  En lugar de ver las olas en su incesante ir y venir, las escuché.  Al principio se escuchaba un lejano rumor, luego la intensidad del sonido iba en aumento hasta estallar con un fuerte "splash" en el momento en que chocaban con las piedras.  La melodia se repetia sin cesar una vez tras otra pero en lugar de aburrirme, me relajó haciendome olvidar mi tristeza.  Escuché un ave cantar cerca de mi y el rugir del viento a través de las hojas de los árboles, sabía que no estaba sola.  Luego de un rato, descubrí por qué el banco estaba de espaldas al mar, ¡es la mejor manera de disfrutar el paisaje!  Use mis otros sentidos, en lugar de únicamente la vista y al hacerlo descubrí ese mundo maravilloso que existe y que nunca nos damos el tiempo de disfrutar hundidos en un gran mar de ansiedades, tristezas y problemas.  La próxima vez que te sientes mal, ve a tu lugar favorito y conéctate contigo mism@ y con la naturaleza, te vas a acordar de mi.


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