jueves, 16 de diciembre de 2010

Esperando el catálogo de juguetes

Hace unos días veía los muñequitos con mi sobrino de 4 años, no crítiquen, prefiero ver a Toot y Puddle que las insípidas noticias locales.  Cuando llegaron los anuncios de pronto empezó uno de no se qué juguete de los Transformers y el niño me dijo:  "titiií, yo quiero ese".  Rápido pensé que tenía un problema, ya no era uno, ya eran dos mis sobrinos que pedían por nombre y apellido los juguetes para navidad.


El otro sobrino, que ya tiene 9 años, tiene un método muy especial para hacer su cartita a Santa Cló y los Reyes.  En lugar de escribir, el colecciona las imágenes de los juguetes que le gustaría recibir.  Por semanas, va cortando esas imágenes de periódicos y shoppers hasta que completa su lista de deseos.  Luego los pega en una cartulina y le escribe debajo el nombre del agraciado que le toca regalarle cada cosa.  El chico es tan inteligente que reparte los juguetes de acuerdo a la capacidad económica de cada cual, ¿cómo lo sabe?  Yo no se, pero lo hace.


Recuerdo que cuando yo era niña, mi sistema era mucho más sencillo, yo optaba por la tradicional cartita.  Tan pronto llegaba diciembre, yo sabía que en el periódico iba a llegar en algun momento un catálogo de juguetes.  Por días y días esperaba con loca ansiedad el diario para abrirlo y separar todas sus secciones para ver si mi catálogo estaba entre ellas.  Cuando al fin lo encontraba, entonces lo hojeaba por varios días antes de escoger lo que iba a pedir.  Cuando el catálogo dejo de existir, las navidades dejaron de ser las mismas.


Yo disfrutaba intensamente el proceso completo de seleccionar los juguetes que iba a pedir, desde esperar por el periódico hasta completar y entregar mi carta.  Esa parte era casi tan importante como salir con mi abuela a buscar la hierba pa' los Reyes y luego repartirla de casa en casa.  Esas cosas eran más importantes que los juguetes que finalmente llegaban.  Esto lo supe cuando el catálogo dejó de existir, lo mejor era la aventura, el proceso, no los juguetes. 


Sospecho que con mi sobrino pasa lo mismo.  Llevo años observándolo, es muy detallista con toda su aventura de buscar láminas y pegarlas.  Ponemos juntos el árbol de Navidad y colocamos las guirnaldas siguiendo obviamente sus locos diseños navideños.  Por supuesto, también recojemos juntos la hierba pa' los Reyes.  Espero que cuando crezca, recuerde más estos momentos que los juguetes que le regalé.  


Tiempo, eso es lo que quiero darles a mis chicos, compartir la aventura y la ilusión de la Navidad tiene que ser más importante que los regalos.  Entre una cosa y otra, les enseñamos que no pueden tener todo lo que quieren, pero tienen algo que muchos otros niños lamentablemente no tienen, el amor y la protección de sus padres, abuelos y tíos.  


Hoy día, todavía espero el catálogo, no el que llega en el periódico, sino el que los chicos me van a entregar con una sonrisa de lado a lado.  Se que me van a dar su lista y van a intentar sobornarme con sus besos y abrazos.  Y yo, encantada me dejaré sobornar.

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